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domingo, 7 de julio de 2019

'Valhalla Rising' (2009) de Nicolas Winding Refn


En el año 2009 Nicolas Winding Refn todavía no había llegado al punto de inflexión cinematográfico que supondría 'Drive' en su carrera. Después de la exitosa obra mencionada, sus trabajos se caracterizarían por el uso de las mismas escalas cromáticas y luces de neón para crear violentas pesadillas hiperestilizadas. Pero antes de esta segunda etapa era conocido como el realizador de unas igualmente sangrientas películas danesas (con algunas incursiones en la industria británica). 'Valhalla Rising' se podría considerar como la última obra de esta primera etapa. En ella se cuenta la historia de un excesivamente misterioso hombre que se embarca en una aventura hacia tierras desconocidas. Hay un misticismo exacerbado que envuelve a la obra y no disminuye ni por un segundo hasta los títulos de crédito. Más de un espectador se quedará preguntándose cómo puede realmente acabar así una obra que parecía prometer tácitamente respuestas sobre el argumento, los personajes, o por lo menos sobre algo, por poco que fuese. Por desgracia, no es así. Toda lógica va difuminándose a lo largo de la película hasta un caótico final en el que uno duda si el propio Refn sabe realmente lo que estaba pasando o qué trataba de contar.

No tengo nada en contra de las películas con significados abiertos a la interpretación del espectador, pero tiene que haber algún tipo de cohesión o lógica interna que deje atisbar una narrativa mayor detrás de tantas peripecias oníricas. He disfrutado de algunos de los otros trabajos de Refn, pero habiendo visto últimamente 'Solo Dios perdona' y ahora Valhalla Rising, tengo la creciente sensación de que en algunas de sus películas se deja llevar por su instinto y va creando la historia sobre la marcha según lo que piense que puede resultar impactante o parecer místico y profundo. Como director Refn evidentemente tiene mucho talento, pero Valhalla Rising contiene algunos clichés del cine experimental de autor que incluso llegan a resultar un poco ridículos. Las imágenes de enorme poderío visual y las secuencias de acción bien rodadas no son capaces de rescatar una historia que da la impresión de pecar de pretenciosidad crónica.

AVISO: Spoilers sobre el desarrollo y desenlace de la película a continuación.




La historia es simple pero llamativa. One-eye (un excelente, como de costumbre, Mads Mikkelsen) es un hombre de orígenes desconocidos que ha estado esclavizado durante muchos años por distintas personas. Al principio de la película consigue escapar y vengarse de sus antiguos amos empleando una violencia aterradoramente bestial, con una sustracción de intestinos incluida. Deja con vida a un niño que le acompañará en su viaje a través del océano junto a unos vikingos cristianos que pretenden abandonar las inhóspitas tierras que habitan para ir hasta Jerusalén. Sí, suena algo extraño, pero al parecer los vikingos daneses realmente conocieron el cristianismo, así que la historia no es tan descabellada como puede parecer.

En mitad del océano se pierden en una niebla, que no les permite ver más allá del pequeño barco en el que navegan. No hay viento ni corrientes marinas, por lo que están atrapados. En esta parte de la película se crean unas atmósferas inquietantes dignas de maestros del cine. Por otra parte, también se usa un efecto extraño con luces o filtros de un color rojo intenso, en algunos planos memorables, pero que sinceramente no llego entender del todo, a parte para darle más misticismo a la obra. En cualquier caso, si la película no va a tener sentido de todos modos, por lo menos que sea estéticamente bella. 


Acaban llegando a una tierra desconocida habitada por unos indígenas inmediatamente hostiles. No los vemos hasta el final del todo pero de vez en cuando un miembro del grupo muere por una flecha mágica que deben de disparar a un kilómetro de distancia, porque no se les ve por ningún lado. Crecen las tensiones internas y la lógica argumental se viene abajo como la torre de piedras que One-eye intenta construir por algún motivo. No puedo evitar pensar que la película del director británico Ben Wheatley 'A field in England' tiene partes que parodian a Valhalla Rising. Hay muchas similitudes, especialmente en las partes de distorsión de la realidad, solo que A field in England da la impresión de tener un tono (un poco) más irónico. 

A lo que iba, todos empiezan a actuar de manera extraña, supongo que afectados por los indefinidos poderes del lugar, y uno se pinta el cuerpo entero de naranja, otro viola a un compañero repentinamente, y otro incluso consigue subir una colina después de recibir dos puñaladas fatales. Ah, y One-eye se encuentra con los indígenas, que le zurran con unos palos, matándolo sin que el temido guerrero oponga resistencia alguna. Al chico lo dejan vivir. Supongo que la respuesta más razonable a esto último es que no parecía una amenaza, pero realmente empezaron a matar a los miembros de la expedición en cuanto llegaron a tierra, así que no me convence del todo, pero bueno hay que apañarse con lo que te dan, que en este caso es un tremendo anticlímax.


No entiendo por qué muchos autores experimentales no sienten necesario respaldar una idea original y con potencial con un buen desarrollo, pero parece ser una tendencia bastante común. Son el tipo de películas que quizás se mencionen por elementos experimentales particulares, pero que probablemente no trasciendan más allá de estas particularidades, lo cual es una pena cuando en un comienzo tienen tanto potencial como Valhalla Rising.

VALORACIÓN: 5/10.

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