The Sisters Brothers supone el debut en inglés del aclamado director francés Jaques Audiard, entre cuyos triunfos se encuentra el haber ganado la Palma de Oro en Cannes en el año 2015, solo por lo cual ya se le podría considerar parte de la élite cinematográfica del cine actual. Para su octava película ha decidido adentrarse en el complicado género del western, que presentemente existe en una especie de limbo, en el que parece estar en peligro de extinción, a la vez que goza de cierta popularidad en el cine de autor, especialmente en la forma de neo-westerns (se puede tomar como referencia de este subgénero No es país para viejos o Tarde para la ira). Por otra parte, también es verdad que entre los pocos westerns que se producen al año (comparativamente hablando), suele haber algunos intentos comerciales de revitalización, que más que otra cosa demuestra que entre los directores actuales la capacidad para producir un western de calidad escasea. Pero Sisters Brothers no es un intento comercial de revitalización. No es para nada una película comercial, ya que su estilo es realmente extraño, e inusual para una película del género, y más que revitalizador es renovador porque no recuerdo haber visto nunca un western igual. Debido a los trailers y otros elementos promocionales me había imaginado que la película sería una especie de comedia negra, más cercana a un simpático buddy film con rastros de cine de auto,r por el director del que se trataba. Menuda sorpresa me llevé al darme cuenta que de comedia negra tiene más bien la segunda palabra. No es que no haya partes graciosas, pero son tan pocas y divergentes del tono general de la cinta, que me sorprendo que la hayan publicitado de la manera en la lo hicieron. Se trata más bien de un drama con un humor subyacente que en ciertos momentos me pareció tener atmósferas envidiables por películas de terror. Hay momentos oscuros y grotescos que me pillaron por sorpresa, al igual que la sobriedad con la que la muerte acecha a los habitantes de este retorcido mundo que nos muestra la brutalidad de un verdadero salvaje oeste. De hecho, el tratamiento más realista que enaltece poco, a parte de los esplendidos paisajes que se retratan, podría ser el de una película perteneciente a cualquier género. La cámara en mano, la escasez de planos aéreos o ángulos altos te sumergen de lleno en un mundo que podría haber sido con igual facilidad los bajos fondos de una ciudad criminal.
Ha tardado un poco en estrenarse en España, pero mejor tarde que nunca.
AVISO: A continuación hay spoilers sobre el desarrollo y final de la película.
Empecemos con el excelente reparto. Cualquier película que tenga a Joaquin Phoenix y Jake Gyllenhaal es digna de un visionado aunque sea por presenciar una actuaciones notables que siempre están aseguradas. Ambos son de los mejores actores de su generación, y en mi opinión, del cine en general. Puedo decir que nunca me han defraudado en cuanto a sus interpretaciones y sus filmografías tienen pocos momentos bajos. El segundo hermano Sisters, hermano mayor del personaje de Phoenix, es encarnado por el infravalorado John C. Reilly, aunque honestamente parte de la culpa de ello puede estar en la cantidad de películas malas en las que ha participado. Por último tenemos al actor inglés Riz Ahmed, cuyas habilidades interpretativas también son destacables, aunque las ocasiones que ha tenido para lucirlas han sido limitadas; todavía es joven, ya tendrá tiempo. Todos los actores mencionados están excelentes en la película, pero lo que más destacan son los dos hermanos que dan título a la película. Ambos son personas fallidas que lideran vidas sanguinarias como pistoleros a sueldo, pero mientras que Eli (Reilly) muestra ápices de algo que se parece a una moralidad, Charlie (Phoenix) es una auténtico y tremendo hijo de puta. Su alcoholismo, heredado de un padre al que luego averiguamos que mató de pequeño, y su destructivo egoísmo, lo llevan a tratar mal a su hermano, a pesar de que el cariño que sienten el uno por el otro realmente es muy intenso. También aparece Rutger Hauer (en una apariencia tan breve que lo mismo que Hauer podría haber sido yo), haciendo de un poderoso hombre al que llaman el Comodoro.
Eli y Charlie son contratados por el Comodoro para localizar y sacarle información a un químico (Ahmed), que ha descubierto una formula científica que facilita la búsqueda de oro. Inicialmente es el personaje de Gyllenhaal, Morris, el que lo captura, pero tras un ataque de consciencia al averiguar lo que harán con el químico para averiguar la codiciada formula, decide unirse a él como socio. A partir de este momento es una persecución a lo largo de las llanuras americanas, en la que los hermanos Sisters les siguen de cerca, perjudicados más que nada por sus propios problemas. Eli accidentalmente se come una araña mientras duerme, enfermando y teniendo una extraña pesadilla sobre su padre, en una de las secuencias más visualmente espectaculares de la película. Pero aparte de esto, los hermanos van ganando distancia con su presa por las borracheras de Charlie, y los enfrentamientos en los que se meten por culpa de ello. Su paso por Mayfield contiene momentos tensos y retorcidamente graciosos.
El encuentro con Morris y el químico llega inevitablemente, siendo desfavorable en un primer momento para los hermanos, pero tras verse obligados a unir fuerzas para defenderse de otro grupo, se alían de forma permanente, formando una alianza para buscar oro. El químico desvela que su formula hace brillar el oro de los ríos, por lo se vuelve muy fácil de localizar y sustraer, pero es extremadamente nocivo. Durante una búsqueda nocturna, en un brote de avariciosa locura, Charlie tira un tanque de la formula al río en el que buscan, porque el efecto de la cantidad que han vertido esta empezando a desvanecer. Morris y el químico se ven alcanzados por la sustancia. Sus cuerpos empiezan a quemarse por el contacto con la misma, y a la mañana siguiente, en un estado moribundo, Morris se vuela la cabeza con la pistola que le proporciona Charlie, y el químico, destrozado por su propia invención, muere también. Charlie también sufre las consecuencias de sus propias acciones.
La música que acompaña a los Sisters en su recorrido le da un tono peculiar a la película y cambia bastante de principio a final. Fue uno de los elementos que me llamó la atención inmediatamente porque parecía fuera de lugar (aunque finalmente esto no es algo malo). Al ver los créditos reconocí el nombre del compositor francés Alexandre Desplat, que ha compuesto otras bandas sonoras magníficas.
Otro aspecto a destacar es la bella fotografía, que además de las imprescindibles representaciones paisajistas del género permite algo de experimentación visual, una de las cosas que convierte esta película en un western tan peculiar. El tiroteo nocturno con el que comienza la película es solo una muestra de las imágenes que se presenciaran más adelante.
Al final de la película, Eli y Charlie deciden asesinar al Comodoro, porque están seguros de que después de haberle traicionado al unirse al químico, este mandará hombre hasta que estén muertos. Sin embargo, cuando llegan a su destino se encuentran con que el Comodoro ya ha fallecido. Eli se asegura de que es verdad metiendo unos violentos golpes al cadáver que se encuentra en un ataúd abierto. "Es un poco decepcionante", dice uno de ellos. Pero esto no es un western idealista. Los protagonistas no son buenos, las cosas no siempre salen bien, y la confrontación final se vuelve imposible porque a veces la gente muere de causas naturales. A pesar de ser apropiado para la cinta, no puede evitar estar de acuerdo con los hermanos en que sí, es algo decepcionante, y quizás algo flojo, pero aceptable al fin y al cabo.
Los dos regresan al rancho de su madre, que les recibe con unos disparos asustadizos. No les había reconocido y le sorprende que hayan vuelto. Parecían destinados a una muerte al lado erróneo de un revolver, pero hay salvación en la escasa redención espiritual que les ha proporcionado evitar el asesinato del Comodoro y más sangre en sus manos. Una vez reconocidos por su progenitora, se adentran en la vivienda que bien conocen y disfrutan de unos momentos contemplativos antes de los créditos finales, que dejarían a más de un espectador con una expresión atónita. No es el final que se vaticinaba, ni el que hubiese elegido personalmente, pero tras pensarlo, es un desenlace interesante a una de las obras más peculiares de un género que lleva años estancado.
PD: Si te gustan mucho los caballos, mejor no la veas.
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