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viernes, 19 de julio de 2019

'Los gritos del silencio' (1984) de Roland Joffé


La historia que se cuenta es una que gran parte del público probablemente no conozca, aunque puedan sonar ciertos aspectos, y no hablo ya de la vida de los periodistas de guerra Dith Pran y Sydney Schanberg, sino la de los conflictos que tuvieron lugar en Camboya durante los años 70. Es un país del que raramente se oye hablar en los medios, y además el hecho de que los sucesos tuviesen lugar hace unos cuarenta años significa que, generalizando, el gran público desconoce lo que sucedió. Aunque la situación es complicada y probablemente necesite una explicación más extensa y detallada que la que yo puedo ofrecer, lo necesario para comprender la película es lo siguiente: en Cambodia a finales de los años 60 comenzó una guerra civil entre las fuerzas nacionales gobernantes y los Jemeres Rojos, los seguidores guerrilleros del partido comunista camboyano, liderados por Pol Pot. El conflicto fue escalando, con crecientes tensiones y confrontaciones armadas, llegando a producirse un auténtico genocidio por parte del régimen maoísta de los Jemeres Rojos, que se conoce simplemente como 'el genocidio camboyano'. El nombre original de la película, The Killing Fields, (Los Campos de la Muerte), hace referencia a las fosas comunes masivas y lugares de exterminio, cuyo término fue acuñado por el propio Dith Pram, uno de los dos personajes protagonistas de la película.

AVISO: Spoilers sobre el desarrollo y final de la película a continuación.


Los gritos del silencio fue la primera película realizada por el hasta entonces director de televisión Roland Joffé, el cual sorprendió con una obra monumental que nadie había esperado, principalmente por tratarse de su primer trabajo para la gran pantalla. Raras veces se empieza una carrera cinematográfica con una película de una calidad tan alta, que realmente después de sus primeras obras Joffé no ha sido capaz de mantener. Pero en cuanto a Los gritos del silencio, su impacto consiguió inmediatamente elevar a Joffé a la élite de los realizadores del momento, obteniendo por ejemplo múltiples nominaciones a los premios Oscar. Haing S. Ngor, que actuó por primera vez en este proyecto, ganó el Oscar al Mejor Actor del Reparto, siendo uno de dos actores no profesionales en ganar el premio, además del único de ascendencia asiática en hacerlo. En la vida real Ngor pasó por una situación considerablemente parecida a la de Dith Pram, y el dolor de ello se refleja en sus ojos a lo largo de la cinta. Aunque no fuese galardonado, Sam Waterston, que interpreta a Sydney Schanberg, está igualmente impresionante. Se sabe que además de ofrecer una interpretación notable, para ganar uno de los galardones, hay que tener la suerte de que no haya ningún otro intérprete de una calidad comparable ese año y que los miembros de la Academia determinen que es así. John Malkovich aparece en un papel secundario en el que también se desenvuelve con soltura.

En la película, que cuenta la historia verdadera de sus personajes, Schanberg es un periodista y fotógrafo de guerra americano que se siente frustrado e impotente ante las cosas que suceden a su alrededor durante la Guerra Civil Camboyana. Gracias a la astucia y habilidad de su compañero Dith Pran, nativo camboyano, consigue información y fotografías que sin él le hubiese resultado imposible obtener, por lo que se ve en situaciones privilegiadas en comparación con otros de los periodistas que se encuentran en la zona, los cuales están igualmente tocados por el trabajo. Es viendo recreaciones como esta que uno es capaz de apreciar un poco más el trabajo de los corresponsales, y lo que deben pasar tanto física como mentalmente, además del peligro en el que se sumergen para poder hacer llegar testimonios de sucesos que podría de otro medio perderse en las memorias de los locales.


Acudiendo a la embajada francesa, Schanberg y Pram consiguen refugiarse temporalmente de la violencia de los Jemeres Rojos. Sin embargo, Pram se acaba quedando atrapado en el país, a diferencia de Schanberg y otros periodistas que consiguen volver a sus respectivas naciones, al ser camboyano y no tener un pasaporte extranjero que le permita escapar. A partir de ese momento seguimos más de cerca la historia de Pram, en un campo de trabajo maoísta, que la de Schanberg, que de vuelta en Estados Unidos gana premios por su trabajo periodístico mientras hace todo lo que tiene en su poder (que por desgracia no es demasiado) para intentar rescatar a su amigo. Como no sé cómo se desarrollarían paralelamente sus vidas en la realidad, me ceñiré estrictamente a lo que se muestra en pantalla, sin conjeturar sobre la veracidad de los detalles que aparecen. 

Schanberg muestra un gran pesar por que Pram esté todavía en un país devastado por la guerra mientras él tiene todas las comodidades de su vida como prestigioso periodista, ganando premios por reportajes que no podría haber realizado sin Pram, algo que reconoce frente a una gran audiencia. La situación es mucho peor porque Pram se podría haber marchado del país junto a su familia pero decidió quedarse con Schanberg para poder continuar el trabajo que estaban realizando. Schanberg no le presionó para que se quedase con él, llegando incluso a ocultarle a Pram si él se iba a quedar o no, antes de que su compañero tomase la decisión. Aún así, se siente mal por la situación, porque más que ser simples compañeros de profesión son como hermanos. Pero él está a salvo, mientras que Pram tiene que usar su ingenio para sobrevivir en el campo en el que está prisionero, y conseguir escapar. Hay unas imágenes tremendamente impactantes de los Campos de la Muerte por los que pasa Pram tras escabullirse del campo. Las calaveras se amontonan en las fosas, creando un retrato lúgubre de las consecuencias del conflicto. Es una muestra de la atractiva fotografía y dirección de la película, que proporcionan un gran número de imágenes bellas e impactantes.


Mike Oldfield fue la persona encargada de la banda sonora. El resultado de su incursión en la composición para el cine es una serie de piezas inquietantes que al parecer no fueron bien recibidas del todo cuando salió la obra (según recuerdo haber leído). A pesar de ello funcionan a la perfección y amplifican el poder de las imágenes, creando atmósferas peculiares que permean en los espectadores.

Al final de la película, tras haber pasado por todo tipo de penurias y estando en contacto con la muerte casi de manera constante, Pram consigue llegar a un campamento de Cruz Roja cerca de la frontera con Tailandia. Posteriormente se reencuentra con Schanberg en una emotiva escena final en la que Pram le deja claro a su amigo que no le culpa por nada de lo que paso, después de que este pidiese perdón. Realidad y ficción se entrelazan en esta obra teniendo como nexo a Ngor, una de las mayores bazas de esta gran película.

VALORACIÓN: 9/10.

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