'Copia certificada' es un término que inmediatamente le provocará un dolor de cabeza a mucha gente en un país en el que la burocracia ha causado más estragos que la Peste Negra. Con la película del 2010 del prestigioso director iraní Abbas Kiarostami las jaquecas probablemente también sean numerosas; es una película para un nicho reducido, y yo mismo al principio no sabía qué pensar de ella. Es lo que ocurre con algunas obras, de las cuales no tienes claro si te ha gustado o no hasta que pasas algo de tiempo reflexionando sobre ella. Esta claro que es de lo mejor que se puede decir de una película, que te haga pensar, cerrando las vías de escape de tu mente hasta pasado un tiempo de contemplación. Solo por ello, ya se le puede atribuir un mérito a la que es una de las últimas cintas que realizó Kiarostami antes de su fallecimiento hace unos años. Tanto por la interpretación que pudo sacar de Juliette Binoche como por conseguir una especie de reflexión fílmica sobre el arte sin que pueda parecerle eso a los espectadores más casuales es un más que digno hito, especialmente en una parte tan tardía de la carrera de un cineasta.
Jean-Luc Godard una vez dijo que "El cine empieza con D.W. Griffith y termina con Abbas Kiarostami." Pero a pesar de su contribuciones al cine, Godard siempre ha sido un bocazas de una tendencia hacia afirmaciones excesivamente radicales, así que es mejor no tomarse esto al pie de la letra. Sin embargo, lo que se debería sacar del comentario del director francés es que Kiarostami es un gran cineasta cuya obra merece especial consideración. De las películas suyas que he visto por ahora, Copia Certificada puede que sea de las más interesantes por las ideas que trata y las conclusiones que derivan de ella, las cuales intentaré analizar.
AVISO: Copia Certificada no es exactamente una película cuya experiencia de verla vaya a ser arruinada por el conocimiento de detalles sobre ella, pero en no saber el camino está parte del disfrute, así que: Spoilers a continuación.
El argumento de la película es muy simple. Una galerista de arte francesa que está viviendo en Italia conoce a un escritor inglés tras ir a una conferencia que este está dando sobre su nuevo libro (de título homónimo a la película), que trata el tema de las copias y los originales en el arte. Los dos personajes cruzan el pequeño pueblo de la Toscana, hablando sobre diversos temas y llegando a conocerse en profundidad el uno al otro en el proceso. William Shimell hace un buen trabajo interpretando al escritor, y Binoche está genial en este papel por el que llegó a ganar el premio de Mejor Actriz en el festival de Cannes. La relación entre ambos personajes se trata de una manera original por la astucia de hacer que los propios personajes actúen entre ellos cómo sería una hipotética vida que pasasen juntos para englobar dinámicas de pareja variadas en una historia que a pesar de tener lugar en una sola jornada describe distintos momentos (y a veces reflexiona sobre ellos mediante conversaciones entre los protagonistas) en los que se pueden encontrar dos personas. Para facilitar mi tarea llamaré a cada personaje como el actor que lo interpreta, ya que el nombre de la galerista no se llega a mencionar.
En diversos momentos se discute sobre el valor de las copias en el arte o por qué para la mayoría de personas el original tiene todo el valor que nunca le otorgarán a copias de una calidad igual . Réplicas exactas pasan desapercibidas por ser el reflejo de algo anterior, a lo que se le otorga un mayor grado de realidad. A algunos no les importa tener baratijas que sean iguales que joyas auténticas aunque el valor que se le dé sea inferior. Algunos ven una réplica exacta de un monumento venerado en su localización original y pasan de largo. ¿Por qué algunos valen más que otros, o por qué le damos más valor? Es la percepción la que le otorga grandeza a algo concreto, porque todo es relativo. No todo el mundo ve lo mismo aunque estén mirando fijamente al mismo punto, porque no todo el mundo se encuentra en el mismo lugar. No queda demasiado claro que este sea uno de los puntos que intenta argumentar Kiarostami hasta que nos encontramos con una escena que a mi juicio da a entender que esta podría ser la opinión del director. Shimell y Binoche están teniendo una discusión, y para poder demostrar su argumento Shimell decide pedirle su opinión a una pareja de turistas. Desde el punto de vista de la cámara, que toma la posición de Binoche, parece que el hombre está teniendo una discusión con la mujer, pero tras un desplazamiento vemos que el hombre estaba hablando por teléfono y que su mujer estaba delante suya, solamente escuchando. Al principio esto no es evidente desde la posición en la que se sitúa al espectador, pero a cualquier persona que estuviese mirando desde ese punto le parecería que lo que estaba teniendo lugar era una fuerte discusión conyugal, y esta hubiese sido la "realidad" con la que nos hubiésemos quedado a no ser que se hubiese producido ese cambio de perspectiva. Por tanto, para las personas las cosas son reales según su manera de verlas. Aunque objetivamente lo que nos rodea no sea de un cierto modo, los mundos que nos construimos son subjetivos y limitados al alcance de nuestros sentidos y comprensión, por lo que la diferencia práctica entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva que percibimos es nula. Le damos más importancia a los originales que a las copias porque es lo que se nos ha inculcado; buscar siempre el origen de la creación, ya sea en el mundo que habitamos o en los que crean los artistas a través de sus trabajos.
Se plantea también el significado de 'original', ya que como argumenta el escritor, incluso la Mona Lisa es una copia de la mujer real que fue retratada, por lo que donde escogemos depositar nuestra admiración no siempre es la fuente que creemos. De nuevo, la percepción determina lo que acabamos considerando de mayor valor. ¿El arte no está formado por elementos dispersos que los autores han tomado de la realidad que les rodea a través de sus vidas? ¿Alguna vez alguien ha concebido algo completamente original, sin basarse aunque sea ligeramente en algo existente? Estas algunas de las preguntas que puede suscitar la película. Las asociaciones son interminables, y pueden hacer que uno se cuestione si la importancia que uno le atribuye a los elementos de su entorno está correctamente jerarquizada. Es difícil intentar contestar estas preguntas sin que surjan nuevas dudas, y por ello la carga significativa de la obra tiene como límite lo lejos que el espectador esté dispuesto a ir en sus propias reflexiones.
Las ponderaciones de la película se extienden más allá del arte y buscan ejemplos prácticos en la vida; más concretamente, en las relaciones de pareja. Binoche (recordemos, su personaje) está divorciada y ahora es una madre soltera al cargo de un niño pequeño. Llegado un punto en la película, Binoche empieza a fingir que Shimell es su marido cuando habla con desconocidos. Las historia que se inventa van aumentando en magnitud e incluso empieza a hablarle a Shimell cómo si hubiesen estado casados durante un tiempo. Al principio esto toma por sorpresa al escritor, que no siente demasiado entusiasmo en involucrarse en la farsa de su compañera turística. Shimell acaba sucumbiendo al juego y discute, con argumentos y reproches matrimoniales propios. Acaba siendo un juego tan realista que surgen dudas sobre si realmente se conocían antes de la conferencia y lo que ahora se está viendo es una conversación auténtica entre dos antiguos conocidos cuyas vidas estuvieron, y posiblemente sigan, estado entrelazadas íntimamente. Esta parece ser la interpretación de algunos espectadores, pero hay que recordar la conversación que Binoche tuvo con su hijo al principio de la película en la que este le decía a su madre que era evidente que le gustaba el escritor por cómo le miraba durante la conferencia. Como en las falsas discusiones matrimoniales se habla de un hijo en común y el niño de la escena del comienzo habla de Shimell como si fuese un desconocido, creo que se puede descartar que realmente hubiesen estado casados.
Durante el intervalo de tiempo que se nos muestra, los dos personajes empiezan a sentir emociones auténticas, enfadándose, entristeciéndose, riéndose y conectando de verdad como si se hubiesen conocido durante años y ya hubiesen tenido lugar todas las experiencias preliminares a la situación en la que fingen estar. Uno de los temas de los que hablan durante el día es cómo las relaciones cambian a lo largo del tiempo. Shimell argumenta que esto no es necesariamente algo malo, y aunque ya no haya la misma pasión que al comienzo de una relación, cuando una pareja lleva mucho tiempo junta surge algo que es bello también, aunque no sea igual de intenso (por lo menos en cuanto concierne a lo físico). En su pantomima son capaces de empezar a disfrutar de su compañía mutua por un cariño que aprenden a reconocer. Con las fronteras entre realidad y ficción difuminándose, Binoche le acaba pidiendo que se quede con ella, que es mejor para los dos. Pero él dice que no puede; tiene una vida real a la que tiene que volver.
Se suele mencionar la relación que está película tiene que 'Te amaré siempre' de Roberto Rossellini por el parecido que existe con la historia de los protagonistas de la última, el cual es evidente. No sé si realmente Kiarostami intentó realizar una especie de versión o un mero homenaje al clásico italiano, pero de ser así funcionaría bien como respaldo a una temática que crea comparaciones entre el arte original y las copias o versiones posteriores.
Al final de la obra Shimell entra en un pequeño cuarto de baño y se mira en lo que intuimos que es un espejo. Es perceptible que en su cabeza está teniendo lugar un gran debate. Mira directamente a la cámara, a los espectadores, viendo su reflejo, ya que las reflexiones de la película son universales y podrían hacer referencia a cualquier persona en algún momento de su vida. Como reflejo, los espectadores también deberíamos mirarle a él y reconocer la universalidad y la profunda sabiduría de a lo que hemos asistido. ¿Ha decidido el escritor quedarse con una mujer que ha conocido ese mismo día pero con el que ha pasado por las experiencias de toda una vida? El secreto lo esconde su rostro. Yo personalmente creo que sí, pero es una cuestión de perspectiva y la verdad la escribe cada persona para sí misma, dando cabida a numerosas interpretaciones.
Sí, como se trata de Kiarostami hay una escena en un coche.
VALORACIÓN: 9/10.
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