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sábado, 13 de abril de 2019

'El amigo americano' (1977) de Wim Wenders


El amigo americano (Der Amerikanische Freund) es una de las películas más conocidas y mejor valoradas del cineasta alemán Wim Wenders. Está basada en la novela 'Ripley's game' de Patricia Highsmith, la segunda entrega de la famosa saga que tiene como protagonista al fraudulento merchante de arte Tom Ripley, y que en su conjunto conforman la denominada Ripliada. Esta misma novela fue llevada de nuevo a la gran pantalla en 2002 en una versión estadounidense protagonizada por John Malkovich. Aunque en la versión de Wenders el personaje titular es encarnado por el siempre interesante Dennis Hopper, en uno de sus papeles más intrigantes, lo cual no es decir poco.

La película se podría describir como una película de cine negro moderno o neo-noir, de estilo marcadamente europeo, lo cual le proporciona una atmósfera muy particular. Wim Wenders nunca ha tenido miedo a experimentar y en en este caso le sale una jugada perfecta, creando una de sus películas más conseguidas. La historia es inusual no solo por el argumento sino por como está construida. Aunque la saga se basa en el personaje de Ripley, en esta obra él pasa a un segundo plano, dejando que el espectador siga la historia de Jonatham Zimmermann (Ganz), un artesano que fabrica marcos para cuadros en su modesto taller, y cuya vida esta marcada por la creencia de que padece una enfermedad terminal. Su preocupación es por lo que pueda ser de su mujer y su hijo una vez que él no este, algo que puede recordar a la trama de Breaking Bad. Sinceramente no me sorprendería si se hubiese tomado inspiración de la novela de Highsmith o de la propia película para la famosa serie. Al igual que Walter White, Zimmerman se plantea realizar unos trabajos poco honrados para poder conseguir dinero que dejarle a su familia tras su muerte. Pero a pesar de estos paralelismos, El amigo americano recorre un camino marcadamente distinto, principalmente por la atmósfera y el mundo que crea Wenders a través de una cuidada puesta en escena. La obra es un híbrido entre una película comercial sobre crimen y una película artística, que es lo que fundamentalmente la convierte en una obra tan particular.

Aviso: Esta crítica contiene spoilers sobre el desarrollo y final de la película.




Dennis Hopper ha demostrado a lo largo de su carrera que es complemente capaz de interpretar toda una serie de personajes inquietantes y complejos. Su presencia en Blue Velvet fue uno de los factores que la convirtieron en una película fascinante, y en El amigo americano esto se vuelve a repetir. Tom Ripley es un personaje extremadamente atormentado, algo que Hopper captura a la perfección. Su dolor interno se manifiesta en varias escenas en las que el espectador puede vislumbrar, por un breve instante, cuál es la causa de su tormento. Quiere conocer, pero no puede. No es capaz de comprender el mundo que le rodea, las causas de todo. Es una falta de comprensión que llevan a uno a recorrer el mundo como un alma perdida, en una fútil búsqueda de sentido. Un cowboy anda suelto en Hamburgo, recorriendo los bajos fondos como un espectro a medio camino entre la vida y la muerte.

En contrapunto a Ripley, tenemos a Bruno Ganz como Zimmermann, un hombre de carácter tranquilo, cuya vida desciende en la inquietud al recibir noticias de que su enfermedad ha empeorado de manera drástica, a pesar de las afirmaciones de su médico, el cual le asegura que su salud no ha cambiado. A partir de ese momento Zimmermann entra en una especie de juego en el que nunca sabe con certeza qué información es verdad y cuál no. El espectador se encontrará en la misma situación de desconocimiento hasta el final de la película, lo que intensifica la atmósfera de misterio. Esto se relaciona con la experiencia de Ripley, una difícil búsqueda de sentido, en la que muchas veces la mejor alternativa es dar un paso atrás y contemplarlo todo desde la perspectiva más simple.


Hay dos escenas en las que Zimmermann deberá realizar un asesinato, a cambio de unos mejores análisis médicos, esta vez por parte de costosos especialistas que de otro modo no hubiese podido contratar. Las secuencias están rodadas magistralmente. La tensión estremece, haciendo que uno sienta ser el que esta realizando el encargo en vez de Zimmerman. Las situaciones y las atmósferas son enfermizas, como lo son muchos de los personajes que van apareciendo, pero uno no puede apartar los ojos ni por un segundo. En el segundo encargo, Ripley acaba viniendo al rescate de su amigo, por falta de una palabra mejor que describa la peculiar relación entre los dos personajes principales. Es en esta última parte de la cinta en la que Ripley cobra más importancia, ya que hasta ese momento su papel en la historia había sido poca mayor que el de un personaje creado meramente para el avance la trama.


La banda sonora es otro aspecto a destacar. Jürgen Knieper hace un trabajo excelente ambientando la obra con una piezas musicales, que mezclan el estilo de composiciones propias de películas de intriga clásicas con instrumentaciones de cuerda más modernas reminiscentes de artistas como Jeff Buckley (el tema más recurrente de la película me recuerda en particular al tema 'Grace'). Adicionalmente, aparecen canciones de artistas populares como The Kinks o Bob Dylan, de nuevo contribuyendo a la peculiar mezcla de registros por los que consigue pasar la película.

En resumidas cuentas, El amigo americano es una obra mayor de Wenders, que mezcla de manera inusual el estilo americano con el europeo, el clásico con el moderno, el artístico con el comercial. Por tanto, no será del gusto de todos los espectadores, pero lo que es seguro es que no dejará indiferente a nadie.

VALORACIÓN: 9/10.

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