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viernes, 30 de agosto de 2019

'Enter the void' (2009) de Gaspar Noé


Unos títulos de crédito no aptos para epilépticos inician la película. No da tiempo a leer los nombres del personal y solo quedan en tu cerebro algunos de los nombres que aparecen en letras más grandes, como el del propio director. Se supone que la función de estos es acreditar el trabajo de todos aquellos que han participado en la película (es más, en la versión que yo he visto ni siquiera hay créditos finales), pero dejando eso de lado, resulta un elemento muy llamativo. Te da a entender que estás a punto de presenciar algo verdaderamente original, y así es. Con 'Enter the void', Gaspar Noé ha conseguido crear una obra que no se parece en nada que haya visto con anterioridad, ni creo que vaya a ver, a no ser que alguien decida meterse la misma ridícula cantidad de drogas que el realizador argentino/francés. Y es que una mente en perfecto estado no podría idear una película como esta. Voy a intentarlo, pero la única manera de poder hacer que alguien entienda realmente la experiencia de ver esta película, es mostrándosela. Pero aviso que Enter the void no es una cinta para todos los público; me atrevería a decir que hay pocos tipos de públicos para los que esta cinta sea idónea. Para empezar su duración es ridículamente excesiva para la historia que se cuenta. Noé se recrea de tal manera que demuestra que la única persona para la que está haciendo esta película es sí mismo. Creo que es admirable cuando un artista plasma su visión por encima de cualquier noción de lo que pueda gustarle o resultar idóneo para el público, pero también es verdad que no va a ser mejor película solo por el hecho de ser la visión total del artista. De hecho, para una película que emplea imágenes psicodélicas y extraños montajes creo que lo mejor es una duración considerablemente más reducida. Pienso sinceramente que se podría haber cortado perfectamente una hora de metraje, haber contado lo mismo de manera más eficiente, y haber tenido como resultado una película mejor. Pero el caso es que es su película, no la mía, así que tiene derecho a hacer lo que quiera con ella.

AVISO: Spoilers sobre el desarrollo y final de la película.

sábado, 17 de agosto de 2019

'Érase una vez en... Hollywood' (2019) de Quentin Tarantino


'Érase una vez en Hollywood' ha sido sin duda una de las películas más esperadas de este año, especialmente por los aficionados del polémico director y guionista Quentin Tarantino. Sus películas siempre han sido sorprendentes, y de nuevo es el caso, aunque esta vez sea por un cambio (o puede que una evolución) en el tono de sus películas. La obra en cuestión ha conseguido algo inesperado al contar con un estilo más lento, e incluso sobrio, al que estamos acostumbrados en su cine. No es que sus otras películas sean siempre frenéticas, ya que Tarantino no le tiene miedo a escribir escenas de más de diez y quince minutos de duración, pero normalmente cuentan con un montaje rápido, diálogos chispeantes y música extradiegética para agilizar las escenas. Pero no, Érase una vez en Hollywood (a la que me referiré como 'EH'), emplea planos largos, evitando los cortes cuando no son completamente necesarios; música principalmente diegética, aunque no descarto que lo fuese en su totalidad porque al ser la primera vez que veía la película no estaba fijándome específicamente en la banda sonora; un montaje más lento que da lugar a una mayor reflexión, tanto por parte de la audiencia como de los personajes; y a pesar de los momentos cómicos, en general un tono más serio que crea una atmósfera que probablemente nadie esperaba encontrar en la película.

Como han comentado algunos críticos, esta se trata de la que podría ser su película más personal, y puede que esa sea la razón por la que ha abordado el tema con una mayor madurez, creando una obra rebosante de matices y sutilezas.  Por supuesto, no renuncia a sus habituales referencias a la cultura popular, y al estar la película ambientada en el Hollywood de finales los años 60 (época en la que creció Tarantino), hay muchos guiños a películas, actores, directores, e incluso localizaciones reales de la época. Se ha dicho también, quizás de manera excesiva, que esta es su carta de amor al cine, pero al igual que EH, lo han sido todas sus obras anteriores. Esta última va más allá y rinde homenaje a todas la personas que han trabajado o han querido trabajar en la industria. Los personajes representan todas las ilusiones y frustraciones que él mismo posiblemente haya sentido en distintos momentos de su vida, por lo que estos sentimientos llegan al espectador con una gran sinceridad.

Le recomendaría a cualquier persona que no la haya visto pero que planee hacerlo, que antes de ello se informe sobre Charles Manson, su clan, y la relación que estos tienen con la actriz Sharon Tate, uno de los personajes clave de la película. Se podría pensar que esto va a arruinar la experiencia de ver la película al desvelar parte de la trama, pero EH está realizada tomando como un supuesto que la audiencia sabe lo que ocurrió en relación con los personajes nombrados. Yo mismo pensaba que los espectadores que no conociesen nada tendrían la ventaja de entrar sin ideas preconcebidas sobre la trama, pero puedo asegurar que la experiencia es mucho mejor sabiendo, aunque sea por encima, quienes son y qué ocurrió.

Por cierto, merece la pena quedarse para ver una escena post-créditos.

AVISO: Spoilers a continuación, sobre el desarrollo y final de la película.